Las ramas de los abetos golpeaban fuertemente sobre el techo de la cabaña. El viento huracanado, al introducirse entre los árboles, silbaba agudamente. La nieve golpeaba en las ventanas como si se tratara de llamadas apremiantes, hechas por fuertes y enguantadas manos. A veces, parecían moverse las paredes de madera de la única habitación que la cabaña tenía.
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Las ramas de los abetos golpeaban fuertemente sobre el techo de la cabaña. El viento huracanado, al introducirse entre los árboles, silbaba agudamente. La nieve golpeaba en las ventanas como si se tratara de llamadas apremiantes, hechas por fuertes y enguantadas manos. A veces, parecían moverse las paredes de madera de la única habitación que la cabaña tenía.