Henry Cross, uno de los ganaderos más importantes de la zona, entró sonriente en el local de Ralph Beth, saludando a los reunidos en general. Todos respondieron al saludo del ranchero, menos los que, sentados a las mesas de tapete verde, estaban ensimismados en sus partidas de póquer, juego a que eran tan aficionados los cow-boys. Henry Cross se aproximó al mostrador y, apoyando los codos en el mismo, dijo al barman: —¡Dame un buen vaso de whisky con mucha soda, Lud! ¡Es mucho el polvo que estamos tragando estos días con el dichoso rodeo!
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Henry Cross, uno de los ganaderos más importantes de la zona, entró sonriente en el local de Ralph Beth, saludando a los reunidos en general. Todos respondieron al saludo del ranchero, menos los que, sentados a las mesas de tapete verde, estaban ensimismados en sus partidas de póquer, juego a que eran tan aficionados los cow-boys. Henry Cross se aproximó al mostrador y, apoyando los codos en el mismo, dijo al barman: —¡Dame un buen vaso de whisky con mucha soda, Lud! ¡Es mucho el polvo que estamos tragando estos días con el dichoso rodeo!