La diligencia se detenía lentamente ante la posta de la ciudad. —¡Ese hombre está herido! —gritó uno de los curiosos al fijarse en el conductor. Este trató de ponerse en pie y cayó desvanecido. Acudieron varios para recogerle. Sobre la camisa y en la parte derecha del pecho, había una extensa mancha de sangre. —¡Pronto!... —gritó el guarda-estación—. ¡Un médico...!
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La diligencia se detenía lentamente ante la posta de la ciudad. —¡Ese hombre está herido! —gritó uno de los curiosos al fijarse en el conductor. Este trató de ponerse en pie y cayó desvanecido. Acudieron varios para recogerle. Sobre la camisa y en la parte derecha del pecho, había una extensa mancha de sangre. —¡Pronto!... —gritó el guarda-estación—. ¡Un médico...!