Lupe, ensimismada en sus pensamientos, no se daba cuenta del trasiego de viajeros que entraban y salían del departamento en que iba sentada junto a una ventanilla, en el vagón que llevaba bastantes horas. Tampoco se daba cuenta de las horas que pasaban ni de los vaivenes violentos que el mal tendido de los raíles provocaba en el vagón. No dejaba de pensar en la carta que llevaba en la maleta, junto a los documentos que en esa carta le pedían que llevara.
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Lupe, ensimismada en sus pensamientos, no se daba cuenta del trasiego de viajeros que entraban y salían del departamento en que iba sentada junto a una ventanilla, en el vagón que llevaba bastantes horas. Tampoco se daba cuenta de las horas que pasaban ni de los vaivenes violentos que el mal tendido de los raíles provocaba en el vagón. No dejaba de pensar en la carta que llevaba en la maleta, junto a los documentos que en esa carta le pedían que llevara.