—¡¡¡¡GOO... OOOOOL!!!! La mano de Enrico Portorelli, presidente del Sottorello, apretó con tanta fuerza el brazo del doctor Vittore, que estaba a su lado, que este lanzó un sordo gemido, seguido de una exclamación de decepción, al ver que el esférico había pasado rozando el poste derecho de la portería del Nápoles. —Santa Madonna —exclamó el boticario—. ¡Hubiese jurado que el balón iba directamente a las mallas!
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—¡¡¡¡GOO... OOOOOL!!!! La mano de Enrico Portorelli, presidente del Sottorello, apretó con tanta fuerza el brazo del doctor Vittore, que estaba a su lado, que este lanzó un sordo gemido, seguido de una exclamación de decepción, al ver que el esférico había pasado rozando el poste derecho de la portería del Nápoles. —Santa Madonna —exclamó el boticario—. ¡Hubiese jurado que el balón iba directamente a las mallas!