—¿Rumbo? La voz no tardó en sonar, haciendo vibrar la fina película del micrófono. —Seis, siete, tres. —Manténgalo. De un golpe seco, el capitán Lasker cerró los brazos conductores del periscopio. Luego, volviendo la cabeza hacia uno de los hombres que manipulaban en la cabina de mando, ordenó: —¡Bájenlo!
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—¿Rumbo? La voz no tardó en sonar, haciendo vibrar la fina película del micrófono. —Seis, siete, tres. —Manténgalo. De un golpe seco, el capitán Lasker cerró los brazos conductores del periscopio. Luego, volviendo la cabeza hacia uno de los hombres que manipulaban en la cabina de mando, ordenó: —¡Bájenlo!