Una sombra se deslizó por la oscuridad de la noche, pasando de una acera a otra de la calle Mayor de Montereal, importante pueblo de California. La sombra se detuvo junto a la pared, como si tratase de incrustarse en ella. Todo permanecía silencioso alrededor de aquel individuo. Tan solo llegaba hasta él el ruido amortiguado procedente del saloon, cuyas luces se divisaban a unos treinta metros.