Aun desde aquella altura el monstruo ofrecía un aspecto trágicamente amenazador. Sandro acababa de dar la orden de ataque al llegar a los cien metros y una vez arriba, dando un manotazo a la palanca, se dirigió en un picado casi rectilíneo sobre él. Clifford y Morgenston, que no iban provistos de los eficaces fusiles anestésicos, abrieron dos alas en abanico al derivar hacia los costados. El teniente Falk se zambulló inmediatamente detrás de Sandro y los seis soldados que componían el pelotón zumbaron hacia abajo en un avispeo que la estela de gases de los cohetes convertía en alucinante. Parecían furibundos halcones humanos embistiendo temerariamente contra una jirafa cuyas patas hubiesen sido acortadas por un capricho de la Naturaleza.
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Aun desde aquella altura el monstruo ofrecía un aspecto trágicamente amenazador. Sandro acababa de dar la orden de ataque al llegar a los cien metros y una vez arriba, dando un manotazo a la palanca, se dirigió en un picado casi rectilíneo sobre él. Clifford y Morgenston, que no iban provistos de los eficaces fusiles anestésicos, abrieron dos alas en abanico al derivar hacia los costados. El teniente Falk se zambulló inmediatamente detrás de Sandro y los seis soldados que componían el pelotón zumbaron hacia abajo en un avispeo que la estela de gases de los cohetes convertía en alucinante. Parecían furibundos halcones humanos embistiendo temerariamente contra una jirafa cuyas patas hubiesen sido acortadas por un capricho de la Naturaleza.