Era una noche de invierno oscura y tempestuosa. Una noche del mes de enero en la que la nieve formaba pequeños remolinos sobre los altos tejados tapizados de blanco. Nieve, cellisca y un penetrante viento helado. El policía Belton golpeó los pies contra el suelo y efectuó unos rápidos movimientos con los brazos para que sus helados miembros entrasen en calor. Pensaba en la comisaría y en una taza de té caliente... ¡Qué ganas tenía de terminar su servicio!