El sheriff no permitió la entrada en ellas más que a los acusados y a los Linder con su primo. Habían sido los artífices de aquella victoria sobre los bandidos y su testimonio a la hora de levantar el atestado era imprescindible. Alex Kroeger, el sheriff, era un hombre de unos cincuenta y cinco años, fuerte y grueso. Tenía muchas horas de galopar a caballo tras indeseables y sabía moverse con seguridad en su cargo.
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El sheriff no permitió la entrada en ellas más que a los acusados y a los Linder con su primo. Habían sido los artífices de aquella victoria sobre los bandidos y su testimonio a la hora de levantar el atestado era imprescindible. Alex Kroeger, el sheriff, era un hombre de unos cincuenta y cinco años, fuerte y grueso. Tenía muchas horas de galopar a caballo tras indeseables y sabía moverse con seguridad en su cargo.