Me despertó el timbre de la puerta, y me di a todos los diablos. Puse los pies en el suelo y creí que la cabeza se me iba a desprender del cuello. Tenía en mi boca la sensación de que había comido serrín. Entonces recordé que la noche anterior había celebrado mi regreso de París con Emma, una pelirroja del «Vanity», especialista en la danza del vientre. Después que ella y yo bebimos como tres o cuatro barriles de whisky, la había acompañado a su casa, y luego… El timbre de la puerta interrumpió mis pensamientos.
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Me despertó el timbre de la puerta, y me di a todos los diablos. Puse los pies en el suelo y creí que la cabeza se me iba a desprender del cuello. Tenía en mi boca la sensación de que había comido serrín. Entonces recordé que la noche anterior había celebrado mi regreso de París con Emma, una pelirroja del «Vanity», especialista en la danza del vientre. Después que ella y yo bebimos como tres o cuatro barriles de whisky, la había acompañado a su casa, y luego… El timbre de la puerta interrumpió mis pensamientos.