La rubia tenía unas piernas maravillosas. Eso fue lo que Milton Moore dedujo en primer lugar. Pero resultó fácil, porque ésta estaba sentada en un taburete ante la barra. La posición de ella no era nada escandalosa, al menos Milton lo pensó así. ¿Por qué una mujer no podía exhibir lo que de bueno tuviese…? Sus ojos subieron por las piernas, llegaron hasta la rodilla. Allí empezaba la falda. Siguió viendo lo demás, pero eso fue algo que no esperaba...
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La rubia tenía unas piernas maravillosas. Eso fue lo que Milton Moore dedujo en primer lugar. Pero resultó fácil, porque ésta estaba sentada en un taburete ante la barra. La posición de ella no era nada escandalosa, al menos Milton lo pensó así. ¿Por qué una mujer no podía exhibir lo que de bueno tuviese…? Sus ojos subieron por las piernas, llegaron hasta la rodilla. Allí empezaba la falda. Siguió viendo lo demás, pero eso fue algo que no esperaba...