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Don Trévor mostró sus cinco naipes. Era un full de ases. Se había jugado el resto, unos dos mil quinientos dólares, con el tipo macilento que se sentaba enfrente, que respondía al nombre de Melva Holmes. —Creí que era un farol —dijo Melva—. Yo sólo tengo un trío de reinas. Los otros jugadores no habían participado en aquella mano. Don Trevor atrajo hacia su parte el dinero. En aquel momento sonó el teléfono.