Mark se despidió de otros cuatro compañeros y abandonó el edificio del Star. Le llevó media hora preparar su maleta. No, no iba a Las Vegas ni a Miami. Gracias a un compañero, sabía que existía otro paraíso muy poco conocido por la gente, una isla del mar Caribe. Se vio allí, en una dulce noche, con una dulce mujer, a la que decía dulzuras. Cogió la maleta, abrió la puerta y ya iba a salir de su apartamento cuando sonó el teléfono. Se detuvo y miró a su espalda. El teléfono seguía sonando.
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Mark se despidió de otros cuatro compañeros y abandonó el edificio del Star. Le llevó media hora preparar su maleta. No, no iba a Las Vegas ni a Miami. Gracias a un compañero, sabía que existía otro paraíso muy poco conocido por la gente, una isla del mar Caribe. Se vio allí, en una dulce noche, con una dulce mujer, a la que decía dulzuras. Cogió la maleta, abrió la puerta y ya iba a salir de su apartamento cuando sonó el teléfono. Se detuvo y miró a su espalda. El teléfono seguía sonando.