Era muy tarde ya y el laboratorio permanecía en silencio. Los mil pequeños rumores del gran edificio de la Universidad habían ido cesando lentamente. Solo las ventanas correspondientes al laboratorio de profesores permanecían iluminadas levemente. Las doce campanadas sonaron, atenuadas por la distancia, en algún viejo y distante reloj.
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Era muy tarde ya y el laboratorio permanecía en silencio. Los mil pequeños rumores del gran edificio de la Universidad habían ido cesando lentamente. Solo las ventanas correspondientes al laboratorio de profesores permanecían iluminadas levemente. Las doce campanadas sonaron, atenuadas por la distancia, en algún viejo y distante reloj.