De haberla visto John Dereck, en aquel momento, hubiera dicho que la Pan American jamás había contado en sus aviones con un decorado tan perfecto como aquel. Es decir, con dos decorados, porque la mujer que iba a su lado, una pelirroja, también llamaba la atención. Subiendo las dos por las escalerillas que les conduciría directamente al interior del tetrarreactor «D. C. 58», en viaje directo desde San Francisco hasta Nueva York, vía Chicago.