Sayla no era jovencita para Mephisto. Sayla era la princesa. Joven, virgen, inocente. Mephisto era EL gladiador. La leyenda. El mejor. La bestia. El imparable. Un salvaje. Un asesino. O eso se hacía creer… Mephisto era, en realidad, Aylon. El guardián del Rey. Hasta que miró a su hija con lujuria… Y nadie miraba a Sayla con lujuria. Terminó como esclavo… … y llegó hasta la cima. Hasta Sayla, de nuevo. Pero… ¿Podría ganarse su libertad? ¿Podría ganarse a Sayla? ¿Y… podría sobrevivir a ello? ¿Aunque la consiguiese?
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Sayla no era jovencita para Mephisto. Sayla era la princesa. Joven, virgen, inocente. Mephisto era EL gladiador. La leyenda. El mejor. La bestia. El imparable. Un salvaje. Un asesino. O eso se hacía creer… Mephisto era, en realidad, Aylon. El guardián del Rey. Hasta que miró a su hija con lujuria… Y nadie miraba a Sayla con lujuria. Terminó como esclavo… … y llegó hasta la cima. Hasta Sayla, de nuevo. Pero… ¿Podría ganarse su libertad? ¿Podría ganarse a Sayla? ¿Y… podría sobrevivir a ello? ¿Aunque la consiguiese?