Volvió la cabeza, irguiéndose en los estribos, y los vio a lo lejos, continuando tenaces e incansables la persecución. Eran veinte o veinticinco apaches y ya habían sostenido un encuentro con ellos. Realmente, Rob Harvey no había sido el primero en chocar con los indios. Ni siquiera se le había pasado tal posibilidad por la mente. Lo que había ocurrido era que su inesperada ayuda a la pequeña caravana atacada por los apaches había desconcertado a éstos momentáneamente, permitiendo luego a varios blancos emprender la huida.
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Volvió la cabeza, irguiéndose en los estribos, y los vio a lo lejos, continuando tenaces e incansables la persecución. Eran veinte o veinticinco apaches y ya habían sostenido un encuentro con ellos. Realmente, Rob Harvey no había sido el primero en chocar con los indios. Ni siquiera se le había pasado tal posibilidad por la mente. Lo que había ocurrido era que su inesperada ayuda a la pequeña caravana atacada por los apaches había desconcertado a éstos momentáneamente, permitiendo luego a varios blancos emprender la huida.