El ahorcado pendía del árbol que había casi en el centro de la plaza. Las manos caían, flácidas lo largo de los costados, y las puntas de sus botas apuntaban oblicuamente al suelo. Había sido un hombre joven y bien parecido. Ahora, la corrección de sus facciones había sido sustituida por la horrible mueca causada por la presión de la soga en su cuello.
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El ahorcado pendía del árbol que había casi en el centro de la plaza. Las manos caían, flácidas lo largo de los costados, y las puntas de sus botas apuntaban oblicuamente al suelo. Había sido un hombre joven y bien parecido. Ahora, la corrección de sus facciones había sido sustituida por la horrible mueca causada por la presión de la soga en su cuello.