A la salida del pequeño bosquecillo de enebros, el automóvil se adentró en un espacio despejado, como una gran explanada, cubierta de verde césped, en cuyo centro se hallaba el edificio al que se dirigía el único ocupante del vehículo. La distancia del bosque a la tapia que rodeaba la casa, era de unos doscientos cincuenta metros. En un radio similar, no se veía un árbol; sólo el suelo, en ligera pendiente hasta llegar a la cumbre, pero, salvo por la hierba, tan liso como la palma de la mano.
Description:
A la salida del pequeño bosquecillo de enebros, el automóvil se adentró en un espacio despejado, como una gran explanada, cubierta de verde césped, en cuyo centro se hallaba el edificio al que se dirigía el único ocupante del vehículo. La distancia del bosque a la tapia que rodeaba la casa, era de unos doscientos cincuenta metros. En un radio similar, no se veía un árbol; sólo el suelo, en ligera pendiente hasta llegar a la cumbre, pero, salvo por la hierba, tan liso como la palma de la mano.