El automóvil se detuvo junto a la acera. El conductor tardó unos instantes en apearse, muy entretenido, al parecer, en encender de nuevo el cigarro que se le había apagado. Al comprobar que tiraba satisfactoriamente, apagó las luces y abrió la portezuela. Un hombre se acercó entonces. El conductor le miró con ojos de irritación. —No tengo nada que darle —masculló, colérico—. Detesto a los vagos, que piden limosna, sólo para conseguir un trago… —Yo no pido limosna, amigo —respondió el otro, a la vez que sacaba una pistola.
Description:
El automóvil se detuvo junto a la acera. El conductor tardó unos instantes en apearse, muy entretenido, al parecer, en encender de nuevo el cigarro que se le había apagado. Al comprobar que tiraba satisfactoriamente, apagó las luces y abrió la portezuela. Un hombre se acercó entonces. El conductor le miró con ojos de irritación. —No tengo nada que darle —masculló, colérico—. Detesto a los vagos, que piden limosna, sólo para conseguir un trago… —Yo no pido limosna, amigo —respondió el otro, a la vez que sacaba una pistola.