Las hojas de vaivén del saloon Arenas Movedizas, el local más importante de Lynch City, pueblo ubicado al sur de Arizona, se abrieron de golpe y dos individuos penetraron en el saloon, riendo. —¡Eh, mirad lo que traemos, muchachos! —exclamó uno de los tipos, palmeando la grupa de la mujer india que transportaba sobre su hombro izquierdo, atada de pies y manos, estas a la espalda. La india gritó algo en su lengua y agitó furiosamente las piernas, pero nada consiguió con ello. Solo que las risas de los hombres que la habían hecho prisionera se acentuaran. Los clientes del saloon y los empleados del mismo se fijaron en la mujer india, gratamente sorprendidos, pues se trataba de una india joven, de no más de dieciocho o diecinueve años, hermosa y de formas esbeltas.