El Red Hell lucia como en sus mejores noches. Fresno progresaba día a día. Desde que se completara la presa del río San Joaquín y los canales de riego, decenas de colonos se habían instalado en esas tierras ganadas al desierto y cada vez eran más las vacas que se veían pastar en las praderas recién formadas y cada vez eran mayores las hortalizas que en las nuevas granjas se cultivaban. Hasta se hablaba de que en días no lejanos podría proveerse de carne y legumbres a la propia ciudad de San Francisco, gracias al rápido y eficiente servicio de trenes.
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El Red Hell lucia como en sus mejores noches. Fresno progresaba día a día. Desde que se completara la presa del río San Joaquín y los canales de riego, decenas de colonos se habían instalado en esas tierras ganadas al desierto y cada vez eran más las vacas que se veían pastar en las praderas recién formadas y cada vez eran mayores las hortalizas que en las nuevas granjas se cultivaban. Hasta se hablaba de que en días no lejanos podría proveerse de carne y legumbres a la propia ciudad de San Francisco, gracias al rápido y eficiente servicio de trenes.