ALAIN Gobert introdujo su reluciente llavín en el ojo de la cerradura todavía demasiado nueva, y se vio obligado a tantear y hacer un esfuerzo para abrir la puerta. Sonrió al ver el periódico desplegado sobre la flamante alfombra nueva del minúsculo recibidor y dio una zancada para poner sus pies mojados encima del papel; solo cuando hubo cerrado la puerta descubrió, junto al periódico, el par de zapatillas nuevas.