Denny Tobey dirigió a la joven que llevaba cogida por el brazo, una dudosa e inquisitiva mirada. —Vamos, Pearl, no te andes con rodeos y dime lo que sea, pero dilo francamente ya de una vez. Su voz cobró un tono áspero, poco a poco iba perdiendo la paciencia. No era ningún tonto, sabía que aquella mujer se le escapaba, que ya no podía ni debía pensar en ella como una cosa que algún día pudiera llegar a ser de su propiedad exclusiva.