¡Vamos ya a la morgue! exclamó Ochoa sin darme explicaciones. Todo comenzó en enero de 1936, en lo que resultó ser el período más excitante y peligroso de mi vida. Un asesino serial andaba suelto por las calles de Buenos Aires. Lo apodamos 'El Acertijo' porque se burlaba de las autoridades dejando pistas en el cuerpo de sus victimas. Debíamos atraparlo antes de que cometiera un nuevo crimen o, como 'Jack el Destripador' desapareciera para siempre.
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¡Vamos ya a la morgue! exclamó Ochoa sin darme explicaciones. Todo comenzó en enero de 1936, en lo que resultó ser el período más excitante y peligroso de mi vida. Un asesino serial andaba suelto por las calles de Buenos Aires. Lo apodamos 'El Acertijo' porque se burlaba de las autoridades dejando pistas en el cuerpo de sus victimas. Debíamos atraparlo antes de que cometiera un nuevo crimen o, como 'Jack el Destripador' desapareciera para siempre.