Número 400 de la colección FBI, que como era habitual celebraba las centenas con un número especial, con portada y contraportada y un mayor número de páginas (en este caso 192), lo que permite un desarrollo de la trama menos atropellado de lo habitual. Por eso, y por un hecho que considero insólito: la colección F.B.I resulta que tiene dos números 400; ésta reseñada, y otra del mismo autor llamada “Baxter el Aventurero”, con el número de páginas habitual. Puedo confirmarlo, pues poseo ejemplares de ambas, en perfecto estado. Misterios del bolsilibro, que hacen de éste un universo indescifrable y caótico.
Abbe Bradford, recién nombrado fiscal General del estado de Illinois, se encuentra en medio de un ambicioso procedimiento para acabar con la carrera criminal de Marlin Yoncalla, alias “el corso”, uno de los más sanguinarios y escurridizos gangsters de la ciudad de Chicago, y para ello cuenta con una abultada cartera donde guarda pruebas decisivas contra él que le llevarán a la silla eléctrica.
Cuando está a punto de salir de su domicilio rumbo al Palacio de Justicia donde se va a iniciar el proceso contra “El Corso”, televisado en directo para todo el país, recibe una llamada telefónica en la que le amenazan con matar a sus padres y a su prometida, secuestrados por los secuaces de Yoncalla, si no destruye de inmediato las pruebas que obran en su poder.
Bradford se dirige al juicio, decidido a cumplir con su deber, pero cuando el juez le da el turno de palabra, ante la atenta mirada de millones de telespectadores, dice que no se han podido reunir pruebas que incriminen a Yoncalla.
Al salir del Palacio de Justicia de Chicago, conduce a toda velocidad hasta Rexford, donde residen sus padres, encontrándose con un desolador escenario: su madre y su padre están muertos, asesinados de un tiro en la nuca, y su prometida, Shony, ha desaparecido sin dejar rastro, lo que sume a Bradford en una profunda desolación que le lleva a bajar los brazos y dimitir del cargo de fiscal general.
Aquí es donde aparece el Agente especial del F.B.I Peter Watson, alias “El Bravo”, que intentará por todos los medios impartir justicia, mientras que Bradford buscará simplemente venganza.
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Número 400 de la colección FBI, que como era habitual celebraba las centenas con un número especial, con portada y contraportada y un mayor número de páginas (en este caso 192), lo que permite un desarrollo de la trama menos atropellado de lo habitual. Por eso, y por un hecho que considero insólito: la colección F.B.I resulta que tiene dos números 400; ésta reseñada, y otra del mismo autor llamada “Baxter el Aventurero”, con el número de páginas habitual. Puedo confirmarlo, pues poseo ejemplares de ambas, en perfecto estado. Misterios del bolsilibro, que hacen de éste un universo indescifrable y caótico.
Abbe Bradford, recién nombrado fiscal General del estado de Illinois, se encuentra en medio de un ambicioso procedimiento para acabar con la carrera criminal de Marlin Yoncalla, alias “el corso”, uno de los más sanguinarios y escurridizos gangsters de la ciudad de Chicago, y para ello cuenta con una abultada cartera donde guarda pruebas decisivas contra él que le llevarán a la silla eléctrica.
Cuando está a punto de salir de su domicilio rumbo al Palacio de Justicia donde se va a iniciar el proceso contra “El Corso”, televisado en directo para todo el país, recibe una llamada telefónica en la que le amenazan con matar a sus padres y a su prometida, secuestrados por los secuaces de Yoncalla, si no destruye de inmediato las pruebas que obran en su poder.
Bradford se dirige al juicio, decidido a cumplir con su deber, pero cuando el juez le da el turno de palabra, ante la atenta mirada de millones de telespectadores, dice que no se han podido reunir pruebas que incriminen a Yoncalla.
Al salir del Palacio de Justicia de Chicago, conduce a toda velocidad hasta Rexford, donde residen sus padres, encontrándose con un desolador escenario: su madre y su padre están muertos, asesinados de un tiro en la nuca, y su prometida, Shony, ha desaparecido sin dejar rastro, lo que sume a Bradford en una profunda desolación que le lleva a bajar los brazos y dimitir del cargo de fiscal general.
Aquí es donde aparece el Agente especial del F.B.I Peter Watson, alias “El Bravo”, que intentará por todos los medios impartir justicia, mientras que Bradford buscará simplemente venganza.