El viejo Madison, cuyos ojos ribeteados de amarillo resplandecían ansiosamente, dejó que su ponderoso cuerpo descansara más pesadamente sobre la espigada hierba. Permaneció tan quieto como un viejo gato, moviendo sus desdentadas encías. El trozo de tierra pantanosa que bordeaba el Fargo Motor Court le pertenecía, o por lo menos eso era lo que él afirmaba, puesto que no existía documento alguno con el que pudiera demostrar su pretensión.
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El viejo Madison, cuyos ojos ribeteados de amarillo resplandecían ansiosamente, dejó que su ponderoso cuerpo descansara más pesadamente sobre la espigada hierba. Permaneció tan quieto como un viejo gato, moviendo sus desdentadas encías. El trozo de tierra pantanosa que bordeaba el Fargo Motor Court le pertenecía, o por lo menos eso era lo que él afirmaba, puesto que no existía documento alguno con el que pudiera demostrar su pretensión.