Clavados los pies en el suelo, hizo esfuerzos para detenerlo, pero se burlaba de él. Era como una serpiente de goma sujeta por la cola: se movía adoptando las más absurdas posturas. Tan pronto corría, como se convertía en una pescadilla que se mordiese la cola. Aquello era bastante serio y Roy empezó a sospechar que algún mandarín chino lo había embrujado. Pero de pronto el mostrador quiso estarse quieto y terminaron para él sus sufrimientos.
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Clavados los pies en el suelo, hizo esfuerzos para detenerlo, pero se burlaba de él. Era como una serpiente de goma sujeta por la cola: se movía adoptando las más absurdas posturas. Tan pronto corría, como se convertía en una pescadilla que se mordiese la cola. Aquello era bastante serio y Roy empezó a sospechar que algún mandarín chino lo había embrujado. Pero de pronto el mostrador quiso estarse quieto y terminaron para él sus sufrimientos.