Cuando la fiesta parecía agonizar, Jeff Leary propuso que fuésemos a la piscina a nadar a la luz de la luna. Creo que tal vez se sorprendió un tanto al ver que los concurrentes, aceptaban gustosamente aunque sus esperanzas de loquear desnudos se frustraron cuando Amanda Webster le dijo que allá bajo, en la piscina, abundaban los bañadores. La reunión se daba en ocasión del veinticinco cumpleaños de Amanda Webster, y se celebraba en el jardín de la casa del coronel Webster, de gran estilo colonial, en las afueras de Nueva Orleans. El coronel era propietario y editor del «New Orleans Telegram» de cuyo periódico era yo el redactor principal para la sección de crímenes, y contaba con mi asistencia a la fiesta. También estaba allí Delysia Webster, la hermana menor de Amanda a quien llamaban corrientemente Dish y una damita llamada Sue Taylor que pertenecía al tipo de mujeres que siempre consiguen ser invitadas a las reuniones. Los demás invitados se habían ido a sus casas y el coronel se retiró inflexiblemente a descansar a las dos de la madrugada; pero nosotros cinco nos quedamos en el prado rebañando las escurriduras, en tanto que el cielo sonrosado nos anunciaba la proximidad del alba del nuevo día, cuando aun nos sentíamos abrumados por el calor del que acababa de pasar.
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Cuando la fiesta parecía agonizar, Jeff Leary propuso que fuésemos a la piscina a nadar a la luz de la luna. Creo que tal vez se sorprendió un tanto al ver que los concurrentes, aceptaban gustosamente aunque sus esperanzas de loquear desnudos se frustraron cuando Amanda Webster le dijo que allá bajo, en la piscina, abundaban los bañadores. La reunión se daba en ocasión del veinticinco cumpleaños de Amanda Webster, y se celebraba en el jardín de la casa del coronel Webster, de gran estilo colonial, en las afueras de Nueva Orleans. El coronel era propietario y editor del «New Orleans Telegram» de cuyo periódico era yo el redactor principal para la sección de crímenes, y contaba con mi asistencia a la fiesta. También estaba allí Delysia Webster, la hermana menor de Amanda a quien llamaban corrientemente Dish y una damita llamada Sue Taylor que pertenecía al tipo de mujeres que siempre consiguen ser invitadas a las reuniones. Los demás invitados se habían ido a sus casas y el coronel se retiró inflexiblemente a descansar a las dos de la madrugada; pero nosotros cinco nos quedamos en el prado rebañando las escurriduras, en tanto que el cielo sonrosado nos anunciaba la proximidad del alba del nuevo día, cuando aun nos sentíamos abrumados por el calor del que acababa de pasar.