Los cinco hombres detuvieron a sus caballos. Brad Macay, el de más edad del grupo, contempló por un momento la punta de caballos que, un poco a la derecha del grueso del ganado vacuno, ocupaba una pequeña depresión del terreno. Los ojos de aquel hombre de liviana estatura, arrugado y tostado rostro, resplandecieron de contento.
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Los cinco hombres detuvieron a sus caballos. Brad Macay, el de más edad del grupo, contempló por un momento la punta de caballos que, un poco a la derecha del grueso del ganado vacuno, ocupaba una pequeña depresión del terreno. Los ojos de aquel hombre de liviana estatura, arrugado y tostado rostro, resplandecieron de contento.