Cuando se le estropea el coche subiendo un puerto de montaña y no cuenta con medios para abandonar aquel extraño pueblo, oculto por frondosos árboles que no dejan pasar la luz del sol, a Ellie Stevens empiezan a sucederle cosas raras. Lagunas en su memoria, alucinaciones, y ese nombre que no deja de repetirse una y otra vez en sus sueños más profundos: Anna. ¿Quién es Anna y qué relación guarda con ella y con ese antiguo medallón que la acompaña desde que tiene uso de memoria?
¿Y por qué ese hombre que vive aislado en su tétrico castillo en lo alto de la montaña la llamó Anastasia la primera vez que se vieron?
Él es inquietantemente atractivo y despierta en una ella siniestra fascinación, pero Ellie siente que no puede confiar del todo en él. Cada vez que mira sus perturbadores ojos oscuros, cae en picado hacia un abismo sin fondo y, por lo general, los episodios de pérdida de memoria se suelen producir estando juntos. Además, es tan anticuado, tan distinguido... Como un príncipe de otros tiempos.
Ellie sabe que lo que está pensando es una locura y se lo achaca a las estúpidas leyendas sobrenaturales que circulan entre los aldeanos. Es decir, ¿vampiros? ¿fantasmas? ¿un mal imperecedero y un pueblo maldito? ¿En pleno siglo XXI? No, eso no es posible. Sin embargo, ¿cómo explicar las cosas extrañas que le están pasando desde que se ha quedado atrapada en ese pueblo sin nombre?
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Cuando se le estropea el coche subiendo un puerto de montaña y no cuenta con medios para abandonar aquel extraño pueblo, oculto por frondosos árboles que no dejan pasar la luz del sol, a Ellie Stevens empiezan a sucederle cosas raras. Lagunas en su memoria, alucinaciones, y ese nombre que no deja de repetirse una y otra vez en sus sueños más profundos: Anna. ¿Quién es Anna y qué relación guarda con ella y con ese antiguo medallón que la acompaña desde que tiene uso de memoria?
¿Y por qué ese hombre que vive aislado en su tétrico castillo en lo alto de la montaña la llamó Anastasia la primera vez que se vieron?
Él es inquietantemente atractivo y despierta en una ella siniestra fascinación, pero Ellie siente que no puede confiar del todo en él. Cada vez que mira sus perturbadores ojos oscuros, cae en picado hacia un abismo sin fondo y, por lo general, los episodios de pérdida de memoria se suelen producir estando juntos. Además, es tan anticuado, tan distinguido... Como un príncipe de otros tiempos.
Ellie sabe que lo que está pensando es una locura y se lo achaca a las estúpidas leyendas sobrenaturales que circulan entre los aldeanos. Es decir, ¿vampiros? ¿fantasmas? ¿un mal imperecedero y un pueblo maldito? ¿En pleno siglo XXI? No, eso no es posible. Sin embargo, ¿cómo explicar las cosas extrañas que le están pasando desde que se ha quedado atrapada en ese pueblo sin nombre?