El cielo se hallaba emplomado y estaba anocheciendo. Aquellos días eran malos para Nueva York: Bruma, frío y dificultades con la gasolina. Comenzó a escuchar las primeras gotas de lluvia sobre el techo de su «Mercedes-Benz» cuando se introdujo en la gasolinera. Allí colgaba un rótulo en el que podía leerse: «BEG-CLOSED». Alan Farrel había visto a varios coches pasar de largo de la gasolinera al ver el letrero, ya a distancia. Como protesta, algunos tocaban el claxon.