El tetrareactor se había inclinado hacia abajo en un ángulo muy pronunciado. Luego, buscó levemente la horizontal. Se notó un ligero bote y el avión rodaba ya por la pista cementada. Tras aquel aparato, otro proveniente de Chicago ya estaba iniciando el descenso. A Abby L. Morton no le agradaban los viajes demasiado largos porque se perdía mucho tiempo en ellos, pero qué remedio le quedaba sino aguantarse. Los Estados Unidos era un país demasiado vasto y para ir de costa a costa había que sobrepasar la distancia de cuatro mil kilómetros.
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El tetrareactor se había inclinado hacia abajo en un ángulo muy pronunciado. Luego, buscó levemente la horizontal. Se notó un ligero bote y el avión rodaba ya por la pista cementada. Tras aquel aparato, otro proveniente de Chicago ya estaba iniciando el descenso. A Abby L. Morton no le agradaban los viajes demasiado largos porque se perdía mucho tiempo en ellos, pero qué remedio le quedaba sino aguantarse. Los Estados Unidos era un país demasiado vasto y para ir de costa a costa había que sobrepasar la distancia de cuatro mil kilómetros.