Un alegre fuego, las cortinas y las persianas bien corridas, para evitar que entrara el frío y la humedad del exterior en los días invernales, calzadas sus zapatillas, fumando su vieja pipa, y viendo a su mujer sentada frente a él, con un puñado de calcetines en el regazo, que ella iba zurciendo, y Derek estudiando en la mesa del centro de la estancia: tal era la idea de la dicha y de la felicidad para John MacAdam.