Pese a que una criada le había caldeado la cama con el calentador de cobre que contenía carbones encendidos, Judy sentía frío, un frío que calaba profundamente en su cuerdo, como si la piel fuera de malla permeable. El “smog” había llenado las calles de Londres, desbordando patios y callejones sin salida. Judy prefería la casa de sus padres, más al norte de Inglaterra, en Inverness. Quizás fuera más fría, pero el frío se acusaba menos allí. Las noches eran más oscuras pero más brillantes. Una lámpara encendida en la calle por la noche dejaba ver su llama amarilla y luminosa, mientras que en Londres, apenas se vislumbraba un resplandor que se difuminaba rápidamente sin permitir ver en derredor.
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Pese a que una criada le había caldeado la cama con el calentador de cobre que contenía carbones encendidos, Judy sentía frío, un frío que calaba profundamente en su cuerdo, como si la piel fuera de malla permeable. El “smog” había llenado las calles de Londres, desbordando patios y callejones sin salida. Judy prefería la casa de sus padres, más al norte de Inglaterra, en Inverness. Quizás fuera más fría, pero el frío se acusaba menos allí. Las noches eran más oscuras pero más brillantes. Una lámpara encendida en la calle por la noche dejaba ver su llama amarilla y luminosa, mientras que en Londres, apenas se vislumbraba un resplandor que se difuminaba rápidamente sin permitir ver en derredor.