El hombre era casi tan alto como yo, y mido uno noventa. Pero él era delgado en extremo, y sus brazos se movían como aspas de molino al gesticular cuando hablaba. Tenía el cabello completamente gris, y se desprendía de su figura ese aplomo y distinción propios de los que pueden considerarse aristócratas desde la cuna. Grant Holborn, con dinero o sin él, sería siempre un tipo señorial.
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El hombre era casi tan alto como yo, y mido uno noventa. Pero él era delgado en extremo, y sus brazos se movían como aspas de molino al gesticular cuando hablaba. Tenía el cabello completamente gris, y se desprendía de su figura ese aplomo y distinción propios de los que pueden considerarse aristócratas desde la cuna. Grant Holborn, con dinero o sin él, sería siempre un tipo señorial.