Víctor Bencher, uno de los «afortunados», se limitó a beber en silencio una copa casi llena de coñac. Sus vidriosos ojillos se pasearon por el grupo con expresión de disgusto y acabaron por detenerse sobre el propietario del estudio, Charles Delfosse. Víctor estaba borracho, aunque este hecho no sorprendía a nadie ya que era su estado habitual. El otro «afortunado» Louis Deschamps, no había brindado. Realmente, su expresión era de reproche ante la alegría desatada del grupo.
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Víctor Bencher, uno de los «afortunados», se limitó a beber en silencio una copa casi llena de coñac. Sus vidriosos ojillos se pasearon por el grupo con expresión de disgusto y acabaron por detenerse sobre el propietario del estudio, Charles Delfosse. Víctor estaba borracho, aunque este hecho no sorprendía a nadie ya que era su estado habitual. El otro «afortunado» Louis Deschamps, no había brindado. Realmente, su expresión era de reproche ante la alegría desatada del grupo.