La noche resultó fastidiosa por muchos conceptos y para muchas personas a un tiempo. Fastidiosa porque llovía a mares cuando el teléfono sonó en la mesilla de noche junto a la cabecera de la cama en que, después de un tiempo de insomnio, James Lake había logrado conciliar el sueño. Fastidiosa porque llovía también en Cindy Terrace, el barrio aristocrático, de calles retorcidas y bordeadas de extensos jardines. Y en Cindy Terrace era donde vivían los Montross, y donde el viejo Douglas Montross estaba muriendo, en medio del chispazo de los relámpagos y el estallido de los truenos. Fastidiosa en Yuma, aunque allí no llovía. El cielo estaba cubierto de nubes que volvían más negra la noche, pero la lluvia no había llegado todavía.
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La noche resultó fastidiosa por muchos conceptos y para muchas personas a un tiempo. Fastidiosa porque llovía a mares cuando el teléfono sonó en la mesilla de noche junto a la cabecera de la cama en que, después de un tiempo de insomnio, James Lake había logrado conciliar el sueño. Fastidiosa porque llovía también en Cindy Terrace, el barrio aristocrático, de calles retorcidas y bordeadas de extensos jardines. Y en Cindy Terrace era donde vivían los Montross, y donde el viejo Douglas Montross estaba muriendo, en medio del chispazo de los relámpagos y el estallido de los truenos. Fastidiosa en Yuma, aunque allí no llovía. El cielo estaba cubierto de nubes que volvían más negra la noche, pero la lluvia no había llegado todavía.