—Sí, recuerdo aquel incendio. Fue una buena antorcha la que ardió durante cuatro o cinco horas. —Miré a mi visitante y aprecié que se alegraba de mi recuerdo. Y añadí—: Lo que no veo es qué puedo hacer yo en este asunto. Se trataba de una mujer de unos veinticinco años, alta y con una carrocería de lujo que daba escalofríos verla. O al adivinarla, porque se adivinaba todo debajo del vestido que lucía. Y cuando digo todo, quiero decir eso exactamente. Cualquiera diría que el vestido formaba parte integrante de su piel. —Yo le explicaré en qué debe usted intervenir —dijo. Tenía una voz suave, un poco ronca y acariciante—. En el incendio del edificio Banister se encontró el cadáver de su propietario, carbonizado por el fuego y lo que había caído encima.
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—Sí, recuerdo aquel incendio. Fue una buena antorcha la que ardió durante cuatro o cinco horas. —Miré a mi visitante y aprecié que se alegraba de mi recuerdo. Y añadí—: Lo que no veo es qué puedo hacer yo en este asunto. Se trataba de una mujer de unos veinticinco años, alta y con una carrocería de lujo que daba escalofríos verla. O al adivinarla, porque se adivinaba todo debajo del vestido que lucía. Y cuando digo todo, quiero decir eso exactamente. Cualquiera diría que el vestido formaba parte integrante de su piel. —Yo le explicaré en qué debe usted intervenir —dijo. Tenía una voz suave, un poco ronca y acariciante—. En el incendio del edificio Banister se encontró el cadáver de su propietario, carbonizado por el fuego y lo que había caído encima.