Si uno quería ponerse nervioso no tenía más que mirar alrededor mientras estallaban los aplausos, y los comentarios se elevaban como una marea entre los relámpagos de las cámaras de los fotógrafos, o el frenético ir y venir de las cámaras de televisión, por los pasillos, encaramadas sobre sus grúas mecánicas, captando hasta el último detalle de las gansadas de Bob Hope, en el escenario. Sencillamente, estaban distribuyéndose los premios de la Academia, los archifamosos «Oscar». John Wayne lo había recibido con lágrimas en los ojos, envejecido y solo, se animó cuando la bellísima actriz Bárbara Streisand le dio un sonoro beso de felicitación.
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Si uno quería ponerse nervioso no tenía más que mirar alrededor mientras estallaban los aplausos, y los comentarios se elevaban como una marea entre los relámpagos de las cámaras de los fotógrafos, o el frenético ir y venir de las cámaras de televisión, por los pasillos, encaramadas sobre sus grúas mecánicas, captando hasta el último detalle de las gansadas de Bob Hope, en el escenario. Sencillamente, estaban distribuyéndose los premios de la Academia, los archifamosos «Oscar». John Wayne lo había recibido con lágrimas en los ojos, envejecido y solo, se animó cuando la bellísima actriz Bárbara Streisand le dio un sonoro beso de felicitación.