El edificio me pareció regio. Un tipo como yo, que apenas tenía unos cientos de francos en los bolsillos y una tira de billetes de metro, no podía vivir en aquel lugar que debía ser carísima Me dije que, después de todo, tenía que ser algo incómodo vivir allí. Un conserje me salió al paso. Vestía de oscuro, medía casi los dos metros e intuí que estaba armado. No me achiqué; no mido los dos metros, pero sí soy bastante alto. Sonreí levemente, él no correspondió a mi sonrisa. —¿Adónde va? —me preguntó seco. —Mi amigo, el coronel Lamoire, me espera.
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El edificio me pareció regio. Un tipo como yo, que apenas tenía unos cientos de francos en los bolsillos y una tira de billetes de metro, no podía vivir en aquel lugar que debía ser carísima Me dije que, después de todo, tenía que ser algo incómodo vivir allí. Un conserje me salió al paso. Vestía de oscuro, medía casi los dos metros e intuí que estaba armado. No me achiqué; no mido los dos metros, pero sí soy bastante alto. Sonreí levemente, él no correspondió a mi sonrisa. —¿Adónde va? —me preguntó seco. —Mi amigo, el coronel Lamoire, me espera.