DESPUÉS de haber surcado durante más de dos horas un interminable alfombra de amarillenta y cálida arena, el avión donde viajaba el agente del C. I. A., volaba sobre un frondoso follaje, signo, según la azafata, de que habían llegado al Estado de Mozambique, y que dentro de escasos minutos iban a tocar tierra. La práctica adquirida por la simpática empleada de la aeronave, demostraba pleno conocimiento. En efecto, el pájaro de hierro, como los nativos le llaman, iba perdiendo altura, y pronto se les ordenó ajustarse los cinturones alrededor de sus cuerpos.
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DESPUÉS de haber surcado durante más de dos horas un interminable alfombra de amarillenta y cálida arena, el avión donde viajaba el agente del C. I. A., volaba sobre un frondoso follaje, signo, según la azafata, de que habían llegado al Estado de Mozambique, y que dentro de escasos minutos iban a tocar tierra. La práctica adquirida por la simpática empleada de la aeronave, demostraba pleno conocimiento. En efecto, el pájaro de hierro, como los nativos le llaman, iba perdiendo altura, y pronto se les ordenó ajustarse los cinturones alrededor de sus cuerpos.