Amelia Plata era una mujer de mundo. En el más amplio sentido de la frase, desde luego. Eso quería decir que, más o menos, estaba harta de chicos guapos, de tipos interesantes, de gente audaz, decidida… A los treinta años, una mujer que ha vivido mucho, y siempre en el «gran mundo», suele estar harta de todo. Lo ha visto todo, lo sabe todo, lo adivina todo… Lo adivina todo. Por supuesto, incluso una mujer como Amelia Plata puede estar equivocada. Se dice, posiblemente con razón, que el hombre es el único animal que puede tropezar dos veces con la misma piedra en su camino… Es decir, que la equivocación, el error, está siempre a su alcance.
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Amelia Plata era una mujer de mundo. En el más amplio sentido de la frase, desde luego. Eso quería decir que, más o menos, estaba harta de chicos guapos, de tipos interesantes, de gente audaz, decidida… A los treinta años, una mujer que ha vivido mucho, y siempre en el «gran mundo», suele estar harta de todo. Lo ha visto todo, lo sabe todo, lo adivina todo… Lo adivina todo. Por supuesto, incluso una mujer como Amelia Plata puede estar equivocada. Se dice, posiblemente con razón, que el hombre es el único animal que puede tropezar dos veces con la misma piedra en su camino… Es decir, que la equivocación, el error, está siempre a su alcance.