EN el trópico anochece muy rápidamente, pero es todo un espectáculo. Breve, y por lo tanto dos veces bueno, porque ya se sabe que incluso lo agradable, en exceso, llega a aburrir. A Mc Quinn le gustaba contemplar el crepúsculo, de modo que, simplemente, lo hacía. Porque si uno no puede hacer lo que le da la gana en la vida, entonces, ¿para qué cochinos demonios sirve la vida? Así que Mc Quinn hacía siempre lo que quería, y punto.
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EN el trópico anochece muy rápidamente, pero es todo un espectáculo. Breve, y por lo tanto dos veces bueno, porque ya se sabe que incluso lo agradable, en exceso, llega a aburrir. A Mc Quinn le gustaba contemplar el crepúsculo, de modo que, simplemente, lo hacía. Porque si uno no puede hacer lo que le da la gana en la vida, entonces, ¿para qué cochinos demonios sirve la vida? Así que Mc Quinn hacía siempre lo que quería, y punto.