Nick Barry, agente de la CIA, llegó a Berlín, procedente de Hamburgo, el día quince de diciembre a las cinco de la tarde, y se fue directo a la Bismarckstrasse. Conocía Berlín bastante bien, y, salvo algún que otro lío debido a las direcciones prohibidas en las calles y avenidas, no tuvo mayores dificultades en alcanzar su objetivo. El número que buscaba de la calle Barbarossa estaba cerca de la plaza del mismo nombre, casi haciendo esquina con Martin Luther Strasse. Fue en esta calle donde encontró un estacionamiento para su Mercedes. Se aseguró de que lo dejaba bien cerrado, y se encaminó a pie hacia el edificio frente al cual había pasado poco antes. El edificio era casi una reliquia arquitectónica, uno de los que se habían salvado de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Había sido remozado y en general presentaba un aspecto agradable.
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Nick Barry, agente de la CIA, llegó a Berlín, procedente de Hamburgo, el día quince de diciembre a las cinco de la tarde, y se fue directo a la Bismarckstrasse. Conocía Berlín bastante bien, y, salvo algún que otro lío debido a las direcciones prohibidas en las calles y avenidas, no tuvo mayores dificultades en alcanzar su objetivo. El número que buscaba de la calle Barbarossa estaba cerca de la plaza del mismo nombre, casi haciendo esquina con Martin Luther Strasse. Fue en esta calle donde encontró un estacionamiento para su Mercedes. Se aseguró de que lo dejaba bien cerrado, y se encaminó a pie hacia el edificio frente al cual había pasado poco antes. El edificio era casi una reliquia arquitectónica, uno de los que se habían salvado de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Había sido remozado y en general presentaba un aspecto agradable.