Pat Morgan, en pantuflas, cubierto su airoso busto con un precioso pijama azul, listado en amarillo, y con la negra pipa entre los dientes, se balanceaba rítmicamente tumbado sobre una cómoda mecedora frente al ventanal que daba a la bahía. Era una mañana clara y luminosa de alegre primavera. El puerto de Boston, uno de los mejores de Norteamérica, presentaba un aspecto impresionante. El agua, mansa, tersá y reluciente como un espejo de oro, se veía surcada por infinidad de barcos de todas clases y nacionalidades, que atracaban y desatracaban en un flujo y reflujo mareante.
Description:
Pat Morgan, en pantuflas, cubierto su airoso busto con un precioso pijama azul, listado en amarillo, y con la negra pipa entre los dientes, se balanceaba rítmicamente tumbado sobre una cómoda mecedora frente al ventanal que daba a la bahía. Era una mañana clara y luminosa de alegre primavera. El puerto de Boston, uno de los mejores de Norteamérica, presentaba un aspecto impresionante. El agua, mansa, tersá y reluciente como un espejo de oro, se veía surcada por infinidad de barcos de todas clases y nacionalidades, que atracaban y desatracaban en un flujo y reflujo mareante.