Aquella vez el «Brazo de la Ley» se había excedido en su proverbial osadía y la mano tendida corría el riesgo de perder uno de sus dedos, tal vez el mejor, uno de aquellos dedos que atenazaban el crimen dondequiera que se realizara dentro de la vastísima área de casi cuatrocientas mil millas cuadradas que la División «N» de la Real Policía Montada del Noroeste tenía por misión vigilar.
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Aquella vez el «Brazo de la Ley» se había excedido en su proverbial osadía y la mano tendida corría el riesgo de perder uno de sus dedos, tal vez el mejor, uno de aquellos dedos que atenazaban el crimen dondequiera que se realizara dentro de la vastísima área de casi cuatrocientas mil millas cuadradas que la División «N» de la Real Policía Montada del Noroeste tenía por misión vigilar.