Salió del quirófano, secándose el sudor que perlaba su frente, con un brillo mate en los ojos y un cansancio que le producía hormigueos en los lóbulos de las orejas que, por otra parte, le ardían como trozos de carbón al rojo vivo. Desde el antequirófano, antes de dirigirse a los vestuarios para quitarse la bata y el delantal de plástico, lanzó una ojeada a la ciudad, acercándose al amplio ventanal que encuadraba la parte norte de la estancia. Los Ángeles despertaba perezosamente en aquella mañana de mayo de 1958 y la tenue neblina del mar flotaba aún sobre los edificios, del lado de la costa, impidiendo ver, a aquellas horas del amanecer, la superficie plateada del Pacífico.
Description:
Salió del quirófano, secándose el sudor que perlaba su frente, con un brillo mate en los ojos y un cansancio que le producía hormigueos en los lóbulos de las orejas que, por otra parte, le ardían como trozos de carbón al rojo vivo. Desde el antequirófano, antes de dirigirse a los vestuarios para quitarse la bata y el delantal de plástico, lanzó una ojeada a la ciudad, acercándose al amplio ventanal que encuadraba la parte norte de la estancia. Los Ángeles despertaba perezosamente en aquella mañana de mayo de 1958 y la tenue neblina del mar flotaba aún sobre los edificios, del lado de la costa, impidiendo ver, a aquellas horas del amanecer, la superficie plateada del Pacífico.