La voz iba hacia los planetas donde los hombres habían establecido sus factorías, hasta el límite del Sistema Solar, punto en el que sus aparatos se vieron obligados a detenerse, ante el salto de más de cuatro años luz que los separaba de la próxima aglomeración de planetas, bajo la luz azulada de la hermosa Alfa del Centauro. Habían sido muy bellas las conquistas de los últimos seiscientos años, a partir de aquel siglo XX en el que se inauguró, con el lanzamiento de rudimentarios satélites artificiales, la Era Interplanetaria.
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La voz iba hacia los planetas donde los hombres habían establecido sus factorías, hasta el límite del Sistema Solar, punto en el que sus aparatos se vieron obligados a detenerse, ante el salto de más de cuatro años luz que los separaba de la próxima aglomeración de planetas, bajo la luz azulada de la hermosa Alfa del Centauro. Habían sido muy bellas las conquistas de los últimos seiscientos años, a partir de aquel siglo XX en el que se inauguró, con el lanzamiento de rudimentarios satélites artificiales, la Era Interplanetaria.